La moral de las máquinas:
¿Y si una máquina tuviera que decidir matarte?
El 5G está aterrizando, en España todavía tardará un poco pero al final se instalará. Gracias a esta nueva versión el volumen de datos que vamos a poder procesar se va a multiplicar por 100, esto quiere decir que tareas donde se requiera una gran cantidad de datos van a ser posibles. Entre ellas destacamos la conducción de vehículos de forma autónoma.
El 5G es necesario para los vehículos sin conductor porque estas máquinas necesitan procesar millones de datos al instante para tomar decisiones tan nimias para un humano como el momento de girar en una calle o de cuándo empezar a acelerar cuando las personas han terminado de cruzar un paso de cebra.
El problema va venir (o viene, porque esta tecnología está casi fuera de la zona de pruebas) cuando el vehículo se encuentre en una situación en la que, por ejemplo, al llegar a un paso de cebra regulado por semáforo, el cual este esté en rojo y con personas cruzando, en vehículo se de cuenta de que por detrás de él se acerca otro a gran velocidad y sin visos de parar… ¿Qué debería hacer la máquina en este caso? ¿Parar ante el semáforo y aguantar el impacto dejando morir a los ocupantes del miso? o ¿Seguir avanzando, saltándose el semáforo en rojo y atropellando a los peatones que tiene por delante cruzando el paso de cebra, pero salvando a los ocupantes?
Parece un caso complicado ¿No? Pues puede complicarse aún más, podríamos plantear que por el paso de cebra va cruzando una embarazada y que en el vehículo que tiene que decidir va una persona joven y fuerte con grandes posibilidades de sobrevivir a un accidente de tráfico.
La casuística viaria es completamente infinita, fuera de toda probabilidad y ni siquiera con el 5G somos capaces de introducir todas las variables/datos a las que un coche-conductor se enfrentaría circulando por la ciudad o carretera.
En definitiva queremos plantear el debate de la moral de las máquinas, tema que quizás se debería de debatir desde todos los ángulos de la sociedad: políticos, filósofos, ingenieros, conductores y por supuesto peatones que al fin y al cabo somos todos.